lunes, 27 de agosto de 2007

La necesidad de una teoría del sujeto para una teoría revolucionaria

Los intentos científicos por crear una teoría científica capaz de producir el cambio social han adolecido de una perspectiva materialista seria. Marx, debido al desarrollo científico de su época, no podía haber hecho una teoría del sujeto conforme a la cual crear una teoría social que articulase una forma determinada de sociedad.
Una teoría revolucionaria necesita de una psicología para poder desarrollarse con posibilidades de ser efectiva. Los intentos de no incluir teorías del sujeto en las teorías científicas han hecho que tales teorías sociales andaran a tientas en el campo teórico y práctico. No puede extrañar que Marx partiera de Hegel para desarrollar su teoría. La filosofía de este último proporcionaba lo más parecido a una teoría del mundo, más allá del ámbito social, a la vez que una teoría de la conciencia, la cual establecía una clara conexión entre sujeto y mundo. La inversión materialista no podía ser suficiente. Con tales antecedentes, la teoría social de Marx, al servicio de la nueva clase del proletariado, no podía ser más que un intento, un buen intento sin duda, con un éxito de aceptación muy considerable. Un paso como el de Marx era necesario. Su crítica de la economía política era brillante, pero en el mismo sentido que la Logik de Hegel, como un estudio ontológico, con categorías metafísicas de por medio. No es una cuestión entre ciencia y metafísica, sino de situar a cada una en su justo lugar. La ciencia y la metafísica, dentro de la historia de la cultura occidental, están íntimamente ligadas, aunque a algunos les pese. Una tarea fundamental de una teoría social revolucionaria sería la de situar las posibilidades tanto de la ciencia como de la metafísica. De hecho, las teorías sociales están precedidas por arduas discusiones en torno al status de la ciencia y a su lugar con respecto a su enemigo mortal, la metafísica.
Otro asunto interesante e importante dentro de este tema es el del lenguaje. Estudiar al sujeto humano es estudiar el fenómeno lingüístico, en tanto que a través del lenguaje es como articulamos nuestras acciones. El lenguaje ocupa su papel central y decisivo dentro de nuestra psique. La filosofía lingüística sería una especialidad central a la hora de establecer una teoría revolucionaria del sujeto. Otras áreas serían la psico-lingüística, la fisiología…
Un obstáculo claro para ello ha sido lo que Weber llamaba “el encanto del mundo”: tanto las explicaciones teológicas como seculares de la Ilustración todavía dan sentido al mundo pero como algo exterior a nosotros, como algo no científico. En este camino la ciencia no ha comenzado a ser útil para la vida, sino que es vista sólo para cuestiones muy técnicas. Tal uso actual de la ciencia no es explicable sin recurrir a Kuhn y a la sociología del conocimiento. La ciencia, al servicio de intereses empresariales, es usada para cuestiones marginales si la comparamos con el potencial que posee con respecto a una teoría social efectiva.
A la vez, las explicaciones dadas en torno a los fundamentos últimos del mundo contienen un valor estético que se convierte en existencial en la medida en que nos asegura un orden dado, una seguridad de existencia que la ciencia entendida de un modo no descubridora, no nos daría. Si se trata de descubrir, pero no de quedarse en ello, la ciencia abre preguntas que molestan y que han sido cerradas sistemáticamente por cuestión de comodidad.
Podría decirse que los intentos de la filosofía, la política, la religión, etc, se han quedado en el ámbito de la logicidad de nuestro pensamiento, y de ahí el por qué de su plausibilidad.
Pero tales interpretaciones lógicas no garantizan una comprensión real de la naturaleza humana que consiga, en el ámbito social y político, crear una teoría revolucionaria para el sujeto conformado realmente en las sociedades existentes.
Hasta que tal teoría se desarrolle en su totalidad, si es que un acabamiento completo es posible, deberemos ser conscientes de la fugacidad y de la parcialidad de nuestras teorías sociales actuales.