lunes, 28 de julio de 2008

Investigaciones dialécticas. Lucien Goldmann


Este libro es un texto básico para poder concebir el marxismo como una teoría-práctica no autoritaria, esto es, alejada de los desastres del leninismo, del maoísmo, y de todas las ideologías en las que el pensamiento marxista se convirtió ya en vida de Lenin.
Lucien Goldmann fue uno de aquellos intelectuales marxistas que estuvo fuertemente influenciado por la obra Geschichte und Klassenbewusstseins de Gyorgy Lukács, libro escrito en 1923 y que fue una reivindicación del pensamiento marxista en dos puntos fundamentales: la perspectiva del todo, al modo hegeliano, combatiendo así ya en aquel momento las tendencias positivistas de cierto materialismo histórico; y, por otro lado, la perspectiva dialéctica, en la que el marxismo encuentra su verdadera potencia teórica y práctica. 
Durante los años 50 y 60, este libro, junto con otros del mismo autor y junto con los textos de otros autores, fue conocido en Francia, justamente en ese ambiente intelectual, y político, en el que el marxismo francés tuvo a la cuestión del humanismo marxista como la cuestión clave del pensamiento emancipador. Junto con autores tales como Jean Hyppolite o Roger Garaudy, se reivindicó un "marxismo hegeliano", el cual quería, justamente, reivindicar la parte de liberación del sujeto que el marxismo tenía en su base. Todos estos textos estuvieron en el fondo teórico-práctico de los sucesos de Mayo del 68, es decir, contribuyeron a que se pudiera producir un movimiento a la vez reflexivo y de acción que culminaría en uno de los levantamientos populares más importantes después de la II guerra mundial.

jueves, 17 de julio de 2008

Acabo de terminar de leer este libro del periodista Haro Tecglen. Quería recomendar este libro por algunas razones. Entre ellas, está la necesidad de reivindicar lo que sea la izquierda hoy en día. Teoricamente, acierta al ver una crisis en la izquierda, una crisis que se manifiesta en la capacidad de movilización ciudadana ante diversos acontecimientos que, décadas antes, podrían haber servido para la transformación social. Esto ya es mucho, puesto que muchos sectores de la izquierda institucional, es decir, aquellos que se dicen de izquierdas pero que no lo son, como Zapatero, no lo reconocen. Otra razón para recomendarlo es porque hace un resumen de los puntos básicos de lo que debe ser la izquierda. Es bastante clásico en este sentido.
Sin embargo, creo que, justamente esa es su mayor debilidad. Su definición de lo que es la izquierda se ha quedado en las visiones del 36, gran época dorada para gran parte del socialismo y de la izquierda española en el siglo XX. El problema, lo fundamental, está en ver cómo esos principios se articulan en un mundo como el actual. El problema es llevar lo ideal a la práctica. En esto, el libro peca de idealismo, de pensar que los ideales, por sí solos, pueden hacer algo. Creo que la izquierda tiene que terminar de una vez por todas de tener a la guerra civil como el marco ideológico fundamental de la nueva etapa histórica. Esto la derecha lo ha entendido demasiado bien, desde el análisis de la sociedad de masas hasta la posibilidad de manipulación de los deseos subjetivos. Y, por eso, su victoria es, a día de hoy, leviatánica.

lunes, 14 de julio de 2008

Genealogía de la tragedia

"En los griegos, la voluntad quiso contemplarse a sí misma transfigurada en obra de arte: para glorificarse ella a sí misma, sus criaturas tenían que sentirse dignas de ser glorificadas, tenían que volver a verse en una esfera superior, elevadas, por así decirlo, a lo ideal, sin que este mundo perfecto de la intuición actuase como un imperativo o como un reproche. Esta es la esfera de la belleza, en la que los griegos ven sus imágenes reflejadas como en un espejo, los Olímpicos. Con ese arma luchó la voluntad helénica contra el talento para el sufrimiento y para la sabiduría del sufrimiento, que es un talento correlativo del artístico. De esta lucha, y como memorial de su victoria, nació la tragedia. " (Friedrich Nietzeche, El nacimiento de la tragedia. Alianza, Madrid, Trad. de Andrés Sánchez Pascual, p. 239)

En este texto, se condensa de forma completamente brillante el predomino de lo artístico en el camino de la justificación de la existencia misma como obra de arte. La vida sólo tiene sentido en cuanto creación, cuya principal tarea es la creación de sí mismo, del Selbst. Esto sólo podía nacer de una cultura anterior a ese veneno que fue el cristianismo, donde el sujeto queda degradado a mero apéndice de la divinidad. Curiosamente, para articular un modo de dar otra vez valor a lo humano, se tuvo que recurrir, no al pensamiento sobre el futuro, al pensamiento utópico, sino al pensamiento de los griegos presocráticos, a aquellos hombres todavía sin prejuicios con respecto a la desvalorización de todo lo que es humano.