sábado, 7 de abril de 2007

La necesidad revolucionaria como necesidad de lo completamente Otro

La simplificación que contiene el ingenuo deseo del cambio del estado de cosas existentes, retiene un momento profundamente verdadero: la necesidad de realizar siempre aquello que es Otro, aquello que es diferente.

Lo que ha de realizarse como algo completamente nuevo, aquello que caería dentro de la categoría blochiana de Novum, sólo encuentra su campo de acción en el terreno de la Historia. Sólo desde la perspectiva dinámica de lo Real, entendiendo esto como proceso y no como presente continuo e indiferenciado, es conceptualmente realizable la necesidad experiencial de la realización de lo Otro. Es por ello por lo que la crítica de Levinas a Heidegger, y a su reducción de la actividad del pensar (denken) a meditación sobre el sentido del Ser.

En Heidegger, el Sein se relaciona con el Zeit de una forma de que no se daba en el origen de la pregunta misma en Parménides. El Zeit es el horizonte desde el que se hace la pregunta por el Sein. Pero desde ésta idea fundamental de la nueva ontología heideggeriana, no se entiende al Sein mismo como Zeit. Lo Real siquiera se tematiza como un campo propio de problemas a investigar, sino que resulta colonizada por la pregunta totalitaria que interroga por el Seinsinn.

La realización de lo que es Otro, basada en una necesidad vital, experiencial, aquella que tuvo su justificación intelectual en la Ilustración, sobretodo con Kant, viene dada en el campo de lo que se desarrolla: sólo si no se concibe lo Real como un absoluto completamente realizado y cerrado, es posible concebir, y desear, la realización de lo que, ahora, es Otro.

Este deseo y necesidad de la realización de lo que es Otro, se sitúa a la base del pensamiento revolucionario occidental desde Marx y Bakunin hasta Debord o Negri. Fue antes el materialismo histórico el instrumento que justificaba la concepción de lo Real como proceso. Hoy, la necesidad es directamente proporcional al nivel de administración al que han llegado las experiencias vitales a las que se ha visto reducido el fetiche intelectual en el que se ha convertido la noción de “sujeto”.

Por tanto, la necesidad revolucionaria, en su ingenuidad, presenta ante el pensar la necesidad inquebrantable e irrenunciable de la realización de lo que ahora es Otro, esto es, de la realización de la utopía como realización del máximo objetivo humano.