miércoles, 12 de noviembre de 2008
Georgy Lukács.El joven Hegel. Grijalbo, Barcelona, 1976, pp. 452-545
sábado, 2 de agosto de 2008
Contribuciones a una fenomenología del materialismo histórico, de Herbert Marcuse.
lunes, 28 de julio de 2008
Investigaciones dialécticas. Lucien Goldmann
Este libro es un texto básico para poder concebir el marxismo como una teoría-práctica no autoritaria, esto es, alejada de los desastres del leninismo, del maoísmo, y de todas las ideologías en las que el pensamiento marxista se convirtió ya en vida de Lenin.
jueves, 17 de julio de 2008
lunes, 14 de julio de 2008
Genealogía de la tragedia
miércoles, 28 de mayo de 2008
Una definición de la filosofía dialéctica: ser y pensar son lo mismo.
“Para Hegel, la filosofía y lo real (práctico y social) no son, o, mejor aún, han dejado de ser, exteriores el uno al otro. Las separaciones desaparecen. La filosofía no se contenta con reflexionar (sobre) lo real, con intentar la conjugación de lo real y lo ideal; se realiza realizando lo ideal: lo racional. Lo real no se contenta con dar pretexto a la reflexión, al conocimiento, a la conciencia. Y, a lo largo de una historia que tiene un sentido- que tiene este sentido-, se convierte en racional. De este modo, lo real y lo racional tienden el uno hacia el otro; cada uno por su lado, marchan hacia su identidad (así reconocida). Lo racional es esencialmente la filosofía, el sistema filosófico. Lo real es la sociedad y el derecho y el Estado, que cimienta el edificio coronándolo. En el Estado moderno, por consiguiente, el sistema filosófico se convierte en real; en la filosofía de Hegel lo real se presenta como racional. El sistema tiene doble faz: filosófica y política. Hegel sorprende el movimiento histórico de este paso de lo racional a lo real e inversamente. Esclarece la identidad en el instante mismo en que la historia la produce. La filosofía se realiza. En Hegel, como Marx advirtió, se da a un tiempo devenir filosofía del mundo y devenir mundo de la filosofía. Primera consecuencia: imposible ya la escisión entre filosofía y realidad (histórica, social, política). Segunda consecuencia: el filósofo pierde toda independencia; realiza una función pública, como los otros funcionarios. La filosofía y el filósofo se integran (por mediación del cuerpo de funcionario y la clase media) en esta realidad racional del Estado, pero no ya en la ciudad, que fue solamente cosa (perfecta, es cierto, pero cosa desmentida por una racionalidad más elevada y más total).”
Henri Lefebvre; El derecho a la ciudad. Ediciones Península, Barcelona, 1978, p. 51
sábado, 19 de abril de 2008
"Lo racional es real": Una nueva interpretación para un viejo lema filosófico
Was wirklich ist, das ist vernünftig
La famosa frase de Hegel “lo racional es real, lo real es racional” pudo haber sido mal interpretada Frente a quienes piensan que esta frase constituye el fundamento ontológico del conservadurismo político, existe una interpretación basado en otros textos de Hegel en los que aclara esta aseveración. En ellos usa el verbo werden en vez del verbo sein, significando el primero “llegar a ser”.
Con esta corrección, podríamos decir que “lo racional deviene real”. En este sentido, es lo racional lo que tiene la importancia fundamental. Todo lo que se concibe como racional, acaba siendo real. Todas las formulaciones de la razón, anteriores a lo real en sí mismo, acaban por tener una realización, una realidad. Lo racional, por serlo, estaría abocado a ser real.
Por el contrario, al decir que lo racional es real, se puede pretender aludir a dos significados diferentes: por un lado, un significado parecido al anterior: lo racional es real en cuanto que todo lo racional, por serlo, ya es real, es decir, tiene una realidad, aunque sea pensamiento. Este “aunque sea” refiere a que el pensar es ya realidad, de hecho realidad más real que lo real mismo entendido como lo sensible al modo platónico.
Por otro lado, está la interpretación conservadora: todo lo que existe es racional. Por tanto, todo está justificado de una forma racional. Con esto quedaría clara la consecuencia: hasta el mayor sacrificio estaría justificado sólo por existir. Pero incluso esta forma de interpretar esta frase puede tener otra lectura: todo lo que ha llegado a ser, todo lo que es ahora de forma empírica, ha llegado a ser porque ha sido, previamente, racional. Aunque sigue participando de la lectura conservadora, lo hace de un modo diferente: todo lo que existe, existe por una buena razón, de echo por la mejor razón que un hecho tiene para existir: que es racional. Esto sería un modo diferente de expresar el lema leibniziano del mejor de los mundos posibles, entendiendo ahora que el mejor de los mundos posibles se identifique con lo racional. Aparte de esto, cabría otra cosa que decir: aunque todo lo racional fuera real en este sentido, cabría preguntarse: todo lo real es racional. Pero, ¿todo lo real es la realización completa de lo racional? Si concebimos lo real en cuanto proceso, entonces todo lo real no es más que el proceso en el que lo racional, entendido de un modo completo, se va realizando procesualmente. Desde este punto de vista, lo real siempre será racional incompleto, es decir, sería racional, en cuanto que todo lo que existe sería racional, pero no sería la realización de todo lo racional, de lo racional absoluto, de tal forma que pudiéramos suponer que lo real es ya la realización completa de lo racional y, por tanto, el cese de ese proceso de realización de lo racional.
lunes, 31 de marzo de 2008
Escritura y filosofía
Aunque a muchos les suene extraña esta afirmación, es desde Heidegger desde donde la cuestión del sentido pierde su lugar fundametal, de un modo ciertamente paradójico. Al centrarse en la pregunta aristotélica del ser en cuanto ser, llega a la mística del acceso del Ser a través del lenguaje. El tránsito que va del primer Heidegger al segundo Heidegger es el paso necesario que ya Marcuse definiera como “la autodisolución de la filosofía burguesa”. La búsqueda del sentido primero acabó por la mística del lenguaje, la cual fue recogida por Derrida desde un punto de vista materialista: el grama, o lo grafemático, como auténtico reducto del ser, o de la posibilidad que tenemos todavía por su pregunta.
Por ello, la cuestión de la escritura, del cómo escribimos filosofía, no es una cuestión secundaria. Es una cuestión tan fundamental el saber lo que se quiere decir como el modo de decirlo. Porque no hay más filosofía más allá de la escritura que la menta. Filosofía y escritura tienen los mismos contornos.
Desde esta perspectiva, que muchos parecen aceptar últimamente, no se entiende cómo se sigue en la estela de las distinciones que esa visión mística del sentido de lo originario tiene. Distinciones como lo moral o lo inmoral, lo virtuoso o lo no virtuoso, o las más polémicas últimamente, como ciencia y filosofía, dejan de tener sentido desde esta perspectiva. La verdadera consecuencia fundamental de la filosofía de Heidegger, y de la Derrida como sucesor, es la relativización de esas fronteras. Por ello, nada resulta hoy más ridículo que el purismo de aquellos que, defendiendo la ciencia o la filosofía como si fueran esferas separadas, pretenden que no haya ningún tipo de contacto entre dos especalidades del saber que, por ello, nunca han tenido una especialización ontológica real.
viernes, 14 de marzo de 2008
De cómo el marxismo se convirtió en positivismo
Lo que no se entiende hoy es cómo un cierto marxismo, que se disfraza de ciencia objetiva, pretende abrazar ese discurso marxista, también éste disfrazado con la retórica de la filosofía analítica actual, ha intentado abandonar la perspectiva dialéctica de la historia, como si eso fuera una rémora de un pasado “filosófico”.
La elección entre materialismo o idealismo, entre monismo y dualismo, son posiciones que se dirimen dentro del campo de la filosofía, no en el campo de la ciencia misma. Dentro de la ciencia se resuelven problemas mucho más concretos que los que afectan al campo de los fundamentos de la ciencia misma. Pretender una ciencia positiva libre de fundamentos filosóficos, es pretender una arquitectura sin fundamentos estéticos; es decir, es pretender un saber que no necesite de otro para fundamentarse. Reivindicar la dialéctica no es un modo de revivir el “prejuicio dualista”, sino de reconocer la base filosófica de la ciencia, un modo de ciencia que es conciente de sus fundamentos.
Por otro lado, la discusión en torno al papel de la dialéctica dentro del marxismo ya se dió, de forma encarnizada, en los años 20 y 30 del siglo XX. El marxismo prosoviético, con su nueva teología revolucionaria, el Diamat, luchó por erradicar todo prejuicio filosófico del marxismo, convertido en una ciencia perfecta. Autores como Karl Korsch o György Lukács, fueron tachados de reformistas por pretender una vuelta a Hegel, esto es, a la dialéctica, para no hacer del marxismo algo que lo convirtiera en mera ideología: una nueva religión de Estado. Por tanto, es curioso comprobar que los prejuicios dualistas, acusación definitiva de los nuevos analíticos marxistas, es un modo renovado del prejuicio contra la filosofía de los leninistas de la URSS. Donde hoy se les llama dualistas, ayer se les llamaba filósofos.
Reivindicar la filosofía no es, por otra parte, reivindicar el dualismo. No tengo ningún problema en admitir que todo es materia y, por tanto, es experimentable. Sin embargo, no creo que la cuestión que se plantee como definitiva sea la de si todo es materia o no. Creo que hay un problema anterior, como es el problema del lenguaje. Cuando se pone a la materia como criterio fundamental de demarcación, no se tiene en cuenta el papel que el lenguaje tiene en nuestro modo de conocer. Lo que limita, y, por tanto, condiciona nuestra experiencia, no es si aquello que experimentamos es material o no, sino el modo en el que, lingüísticamente, lo experimentamos. La consideración de si algo es material o espiritual es una distinción posterior al modo en el que el lenguaje nos hace experimentar algo. Una idea, un objeto no material desde el punto de vista más estricto, no es necesariamente menos objeto de experiencia que una hipótesis observable.
sábado, 8 de marzo de 2008
ETA vota PP
Una vez acabado el proceso de paz, destruído por las dos partes por igual, cada uno intentó lo que mejor sabe: la represión, el uso de violencia para resolver conflictos enquistados desde hace décadas en las bases del Estado español. La voluntad tanto de ETA como del PSOE de llegar a un acuerdo era nula desde el principio. Y lo era por una cuestión muy sencilla: cuando se va a un proceso de negociación así, con los antecedentes históricos que ha habido (Argel, Suiza, etc), se sabe que habrá que rebajar las expectativas, esto es, habrá que rebajar las pretensiones ocn las que se va a un proceso semejante. Y ninguna de las dos partes ha hecho esto, a tenor de las actas de GARA, única fuente que se ha atrevido a publicar las actas del proceso (actas que, curiosamente, han sido dadas como verdaderas por aquellos que siempre han dicho que no hay que creer nada que venga de los terroristas. Pero cuando la información les conviene, GARA es tan periódico como cualquier otro...) Ni ETA estaba dispuesta a dejar de lado la territorialidad, la independencia y el derecho a decidir, ni el gobierno español a abandonar la Constitución. La T-4, por un lado, y la dentención de miembros de ETA que estaban negociando con el gobierno en esos meses, facilitaron nada. ¿Es que no se ha aprendido nada del proceso irlandés? En el Ulster, gobierna lo que en Euskadi podría ser Mayor Oreja y Otegui. Ese debería ser el camino de dos partes que aceptan ese tipo de lógica, la lógica de la representatividad, la lógica de las elecciones, si es que esa misma lógica, la de la democracia representativa, así lo decide.
Con respecto a las próximas elecciones, resulta curioso ver la postura de la izquierda abertzale: si ellos pueden participar, el Estado español no es tan fascista, porque ellos representan la voz de la libertad de Euskal Herria, la voz de la verdadera democracia. Si no pueden participar, entonces el Estado español es fascista y Euskal Herria vive un estado de excepción. La situación de la izquierda abertzale parece el termómetro para ver si en Euskal Herria hay democracia o no. Esto recuerda muchísimo a la idea de Lenin del partido como vanguardia revolucionaria: más allá del partido no hay nada.
No se trata de aceptar la lógica de la democracia parlamentaria, aunque cada asesinato de ETA se vincule con la justificación indirecta de dicho sista. La cuestión fundamental, a mí entender pasa por varios puntos, lo cual lo hace un tema muy difícil de resolver, mucho más cuando ninguna de las partes tiene interés en ello.
De entre todas las cuestiones principales, creo que hay que destacar dos: por un lado, el abandono de la lucha armada por parte de ETA, no porque la lucha armada, el uso de la violencia, esté siempre deslegitimado (hay muchas épocas históricas en las que el uso de la violencia ha estado completamente justificado. No hay que ser hipócrita en este sentido) sino porque la estrategia de ETA ha llevado a hacer culpables a gente que lo son de forma tan lateral, como lo es una madre que muere en un accidente de tráfico cuando va a visitar a su hijo encarcelado en una cárcel al otro lado del Estado Español. A la vez que esto, es necesario que el Estado Español reconozca el derecho a decidir como un derecho que se puede, y debe, ejercer de forma democrática, esto es, desde su propia lógica de autoafirmación de cómo se puede llegar a construir una situación democrática. La unidad de España es, mientras tanto, una razón tan repugnante para no hacer nada como la de matar a un ex-concejal del PSOE como objetivo militar de una organización que, hace mucho tiempo, y debido a su ideología pseudo-leninista, dejó de tener claro las acciones que debían llevar a cabo para ganarse la voluntad de ese pueblo que dicen defender.
Por eso, son dos acciones las que deberían darse conjuntamente, ninguna antes que la otra: el reconocimiento del derecho a decidir en Euskal Herria y, a la vez, el abandono de la lucha armada por parte de ETA, teniendo claro que, con una estrategia así, no se es revolucionario, sino que se es terrorista.
viernes, 15 de febrero de 2008
El contrato de inmigración
La derecha, en su vano intento por esconder su miseria, ha anunciado su idea genial para la integración de los inmigrantes: un contrato que tendrían que firmar todos los inmigrantes que quisieran vivir y trabajar en España, en el que se comprometerían a aceptar las tradiciones españolas, aprender el idioma, pagar sus impuestos, etc.
A pocos se les escapa, sólo a los cínicos o a los que se creen demasiado su mentira, que tras esta “propuesta”, se esconde el prejuicio, la premisa de que un inmigrante no viene a integrarse, no viene a aprender “nuestra lengua”, no viene a pagar los impuestos. Es decir, un inmigrante viene a nuestra sacrosanta patria a servirse de nosotros sin darnos nada a cambio.
¿En qué puede consistir eso de “respetar nuestras costumbres”? ¿Cuáles son las costumbres españolas? Las únicas cuestiones con las que ha podido concretar esta lúcida idea es la ablación del clítoris o la poligamia, es decir, situaciones que son ilegales y que, antes que un contrato, son contempladas como delitos por el código civil de la sacro santa patria española.
También se presupone que los inmigrantes no pagan los impuestos. ¿Cómo hacen los inmigrantes para no pagar los impuestos, deseo latente de la picaresca española? En este sentido, los inmigrantes parecerían cumplir los deseos de todo espalo de a pie: tener todo por la cara y defraudar al Estado en todo lo que se pueda.
Además de esto: aprender el idioma. ¿Qué idioma? En la sacro santa nación española hay un idioma mayoritario, y tres cooficiales. Sin un inmigrante va a Cataluña, ¿tendría la misma obligación de aprender catalán que castellano? ¿Por qué habla la derecha, todavía, de “el idioma”? Justamente, y como ellos no dejan de recordar, porque sólo hay un idioma que vincule la sacro santa nación española, y ese es el español. No pueden concebir, ni de lejos, que una nación pueda tener varios idiomas al mismo nivel el uno del otro, ni que sus ciudadanos hablen varios idiomas a la vez, pudiendo elegir el idioma que deseen para comunicarse entre sí. La razón de ello es que el concepto de nación siempre tiene aparejado un concepto de lengua en la que se expresa la nación: a cada nación, su idioma. Pocas ideologías nacionalistas carecen de la exaltación de un idioma. Esto último no es criticable en sí, puesto que todo idioma es un bien cultural y, por lo tanto, deberíamos intentar cuidarlo en la medida de lo posible. Lo que parece más sospechoso es vincularlo con la idea de una nación, y hacerlo el instrumento de vertebración de una nación. Por ello, cuando la derecha expresa la necesidad de que todo inmigrante aprenda español, lo hace desde la idea de que, es a través del español, como se vertebra la nación española, su sacro santa unidad y su espléndido futuro en común.
Por otro lado, denota una gran carga de etnocentrismo, por decirlo de forma educada: los españoles que, en su día emigraron, y los que emigran todavía por motivos diversos, no dejan de llevar sus costumbres consigo allí donde van, su idioma, su religión, etc. ¿Sería igualmente aceptable para la derecha si un español tuviera que firmar un contrato semejante si se quisiera ir a vivir a Israel? ¿Debería hacerse judío? ¿O, como los judíos son un pueblo civilizado, no sería necesaria tal cosa?
La derecha española, en su gran ejercicio de casposidad, intenta imitar al ahora tan venerado líder de la derecha europea, Sarkozy. Lo que no entienden son las diferencias, formales pero sustanciales a la hora de fundamentar su discurso, que tiene el Estado francés y el español, como, p.e, la laicidad de uno y la confesionalidad con la boca pequeña del otro.
¿Un inmigrante debe dejar de hablar su lengua, llevar una ropa determinada, hablar su lengua con gentes que hablen la misma lengua que ellos, sin que por ello sean marginados? ¿Cómo se puede justificar una idea tan genial de la derecha española castiza si no es remitiéndonos a la abierta xenofobia, el abierto racismo, el abierto racismo, y su carácter ultra, nunca disipado por ninguna de sus manifestaciones o estrategias?
martes, 8 de enero de 2008
Zeitgeistmovie
Navegando por la red he encontrado esta película. Se puede ver gratis directamente en la página, subtitulada en muchos idiomas y totalmente gratis. Está dividida en tres partes: una primera que explica el nacimiento del cristianismo y su relación con mitos anteriores de los cuales toma muchos elementos, más de lo que nos imaginamos; una segunda parte en la que nos cuenta cómo funciona el sistema bancario de EEUU, instituciones como la Reserva Federal y sus relaciones con la guerra entendida como forma de hacer negocio y una tercera parte en la que relacionan lo anterior con los atentados del 11-S, alimentando la tesis discutible de que los atentados del 11-S fueron un autogolpe para poder justificar las invasiones de Afganistán e Irak con las posteriores posibilidades de negocio que se abren a las grande potencias aliadas.
Espero que les parezca interesante.