lunes, 15 de octubre de 2007

La tendencia hacia la nada

Es dulce el deseo de la inacción, la necesidad de tender hacia la nada. El deseo de no ser nada. Cuando nos obligan a algo, a algo no deseado, la nada parece un buen refugio, el lugar en el que, por fin, podemos ser algo, la nada. Esta tendencia nihilizante (que nihiliza) surge sólo en un momento en que el sujeto se ve siempre obligado a una acción que no es su acción deseada. Lo real se le aparece siempre como una obligación, de tal forma que se ve negado como sujeto mismo, como una posibilidad de realización de la libertad. La tendencia hacia el nihilismo no se puede ver ya como un síntoma de decadencia espiritual sino como un síntoma de ordenación social. Los roles de ciudadano, padre/madre de familia, estudiante, trabajador, votante, etc, obligan, muchas veces a tomar un compromiso que distrae del ideal humano de la realización del individuo.
En la nada, somos capaces de ser algo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Por "nada" entiendes "más allá de cualquier condicionamiento social"?¿Algo así como una región de pura y espontánea pasividad (si tal cosa fuera posible)?¿Precisamente cuando el artículo anterior reza "Sobre la fábrica social del sujeto", siendo tu postura, por cierto, la de que una tal fabricación es constante e inevitable, digamos, como la fuerza de la gravedad lo es?¿Qué misticismo es ese de "ser algo en la nada"?¿No has arribado así, irónicamente, a una argumentación de carácter más o menos cristiano, según la cual nos despojamos, en el viaje hacia la nada, como una serpiente su piel pustulenta, de todo aquello que nos hace sufrir?¿El "hombre nuevo" está más allá del ser?¿Hay otra nada que la mera des-aparición?¿Des-aparición es igual a in-acción?¿No es precisamente al contrario, es decir, el tedio, el aburrimiento, la quietud no se nutren de una insana densidad de ser, mientras que en el movimiento anticipativo de lo que se orienta hacia el futuro reside algo parecido a un "todavía-no" fenoménico que, precisamente por su fenomenicidad lógica (pues es discurso con sentido), cae no obstante dentro de la legalidad fáctica de lo que "es"?
Saludos.

Unknown dijo...

Por nada entiendo no una nada en sentido metafísico, sino el espacio, o más bien la metáfora, de necesitar el espacio metafórico en el que podemos trabajar en nosotros mismos. Esa metáfora puede ser lo que se ha llamado siempre "libertad", pero bajo tales palabras siempre se han llevado a cabo crímenes atroces. Esta, como otras, ha pasado a no significar absolutamente nada, es decir, a ser un menor fetiche en manos de quien la usa.
No pretendo hablar de una región de pura y espontánea pasividad, como tú dices, puesto que tal cosa es posible. Es sólo la expresión en general de un proceso que es siempre social, esto es, la falta de libertad, por decirlo con palabras que todos entendemos. NO se trata de ser nada más allá de cualquier condicionamiento social, sino de ser algo justo dentro de ese condicionamiento, tener la capacidad de elegir aún dentro de ese sistema de creación de individuos, lo cual va en la línea de destruir esa fábrica social del sujeto.
"Ser algo en la nada" no es un misticismo sino que significa el poder de construirse a uno mismo dentro de ese espacio metafórico en el que podemos llegar a la realización. Y ese proceso no implica el dejar de sufrir, ni mucho menos, sino en dejar de sufrir por cuestiones por las que no es necesario sufrir, esto es, por ámbitos en los que nuestra elección, o lo que quede de ella, sea responsable de su existir, y no tenga que seguir algún tipo de sujección.
Con respecto a la "des-aparición" (estos juegos de lenguaje me recuerdan a alguien), no se trata de des-aparecer, sino, justamente, y como la palabra lo indica de alguna forma, de aparecer, de una cierta positividad de la negatividad, es decir, un gesto hegeliano clásico. Por otro lado, no hay hombre nuevo, no hay final del hombre, no hay punto de llegada absoluto. Sólo hay camino, nada más.
Estoy de acuerdo en lo que dices sobre la densidad de ser, y su relación con el tedio, pero no comparto la relación entre el juicio que anticipa y el que ese mismo juicio esté dentro de lo que es. Porque, por un lado implicaría que lo que es es una carcel absolutamente perfecta de la que no se puede salir, lo cual lo he apuntado en algún sitio, la relación entre el ser, conceptualizado en Parménides, y la imposibilidad de pensar más allá de ese ser mismo, la cerrazón ontológica. Además, un juicio que mira hacia lo que puede ser implica tambien que, o en el ser está implica lo que todavía-no-es o que el ser puede caminar hacia su autodisolución, de tal forma que el ser se va actualizando a cada momento, justamente por esa posibilidad de recubrir ese espacio de nada entre lo que es ahora y lo todavía por venir...

Anónimo dijo...

SALMO
Ya nadie nos moldea con tierra y con arcilla,
ya nadie con su hálito despierta nuestro polvo.
Nadie.

Alabado seas, Nadie.
Queremos por tu amor
florecer
contra
ti.

Una nada
fuimos, somos, seremos,
floreciendo:
rosa de
nada, de nadie.

Con
el pistilo almalúcido,
cielo desierto el estambre,
la corola roja
de la palabra purpúrea que cantamos
sobre, o sobre
la espina.


(Quiza este poema de Paul Celan nos indique algo, aqui lo dejo.)

Anónimo dijo...

yo pienso que no es solo un sintoma de alienacion sino tambien de la frustracion del deseo irrealizado, la nada antes que esto, la nada antes que el dolor. Lo contrario a aquello formulado por Lidia Lunch "prefiero sentir dolor antes que no sentir nada".El agujero negro deseado, el vacio idealizado, el escape, la salida. La nihilizacion como anestesia.