miércoles, 7 de marzo de 2007

Tiempo revolucionario y tiempo cotidiano

La perspectiva de la vida cotidiana en Lefebvre no pretende eliminar la necesidad revolucionaria, sino situarla en otro tiempo. La necesidad revolucionaria se expresa, de éste modo, en la realización del momento revolucionario en cada momento, dilatando la posibilidad de su realización. la espontaneidad es posible en cada instante, rompiendo con la necesidad de esperar a las condiciones objetivas de realización de la revolución. La necesidad de esperar a las condiciones maduras de realización de la revolución se ve rebatida por la necesidad, y la posibilidad, de dilatar la revolución para cada momento singular de la propia vida. El cuerpo ya no tiene que esperar a la dirección del partido en la realización de la revolución, sino que ésta tiene que ser desplegada en toda la vida cotidiana. En Marx, las condiciones económicas de la sociedad existente hacen del momento revolucionario la expresión de la incapacidad para aguantar más injusticia. Pero en Lefebvre, la injusticia parece negarse de modo absoluto. La propia existencia se valora de tal modo absoluto que se niega la necesidad de opresión alguna. El momento revolucionario no surge ya de un momento dialéctico, sino que se afirma en sí mismo. La concentración explosiva de toda revolución se convierte en la explosión prolongada de la afirmación continua y absoluta de la vida. Se rompe la necesidad dialéctica en cuanto que la consecución del momento revolucionario se consigue sólo a través de la afirmación de sí misma. Aquella necesidad dialéctica se transformaba en necesidad del capitalismo, como momento desde el que sólo podía surgir, como negación suya, la sociedad sin clases. La importancia del tiempo dentro de la cuestión revolucionaria, se refleja también en las dictaduras: toda dictadura es una suspensión del tiempo. En esto, un modo social dictatorial es un modo revolucionario en cuanto ambos suspenden el tiempo porque suspenden la historia. Esta termina cuando se realiza el momento de búsqueda racional. Tanto en la Rusia estalinista como en la Alemania de Hitler, la historia parecía haber llegado a su fin, porque parecía no quedar nada por realizar. Pero todo sistema social participa de forma más o menos pública, de ésta suspensión de la historia como una cuestión de supervivencia. Desde las polis griegas hasta el imperio posmoderno, aceptar el continuo de la historia es aceptar la relatividad de todo sistema social. Aceptar tal presupuesto implica el nihilismo político, inaceptable para los muchos convencidos. El momento revolucionario no deja de ser un tiempo cualitativamente diferente. La búsqueda revolucionaria es la búsqueda del tiempo, su reconquista y aprobación por parte de los revolucionarios. En cuanto ámbito de realización, reconquistar el tiempo es una tarea revolucionaria. El capitalismo ha tenido esto en cuanta desde su propio germen: de ahí procede una parte de su victoria. El estallido revolucionario es una irrupción de un modo diferente de gestionar el tiempo. Sin embargo, cuando el momento revolucionario se hace prolongación indefinida de un tiempo homogéneo, la revolución comienza a convertirse en supervivencia. De ahí que sea necesario entender el momento revolucionario como un proceso indefinido. la concepción marxiana de la revolución, en cuanto reino de dios en la tierra, posee ya el principio teórico de dicho autoritarismo, al concebir el fin de lo humano como fin del tiempo, y suspensión etérea en lo temporal. La conciencia nihilista, como conciencia de la libertad, podría vacunar contra dichas ingenuidades post-ilustrados.

2 comentarios:

Asociación de Estudiantes de Filosofía UCR dijo...

Hola:

Somos la asociación de estudiantes de filosofía de la Universidad de Costa Rica, y hemos agregado este blog a nuestra sección de "blogosfera filosófica".

Saludos.

Ivan Karamazov dijo...

Muchas gracias por habernos agregado. Esperamos que sigan leyendonos.