La filosofía de Ernst Bloch contiene rasgos profundamente innovadores, aún hoy en día.
En su pensamiento se produce un giro de coordenadas insólito hasta entonces; se observa al ser humano determinado principalmente, no ya desde el pasado, sino desde el futuro, esto es, la comprensión tradicional del devenir histórico y su influencia sobre el individuo, siendo éste sujeto y objeto del proceso, es revertida totalmente en lo concerniente a la temporalidad. Siguiendo esta línea de pensamiento Bloch identifica un estrato de lo inconsciente que no está ligado al pasado, como la escuela psicoanalítica venía sosteniendo, sino que está íntimamente relacionado con el futuro, con lo que aún no es. Bloch dará concepto a este estrato del inconsciente denominándolo lo “todavía-no-consciente” y fijará para él un papel absolutamente primario en la dinámica psíquica. En torno a lo todavía-no-consciente se articula el grueso de su pensar contenido en la obra “El Principio esperanza”, incluyendo su concepción de la genialidad y de su sujeto, el genio, dentro de el conjunto que aborda su teoría estética.
El genio es para Bloch aquel que es capaz de “oler” el futuro y plasmarlo laboriosamente en la obra, es, por tanto, el ser capaz de objetivar, dado su acceso privilegiado, lo todavía-no-consciente de forma absolutamente genuina. Siendo la inspiración el motor que mueve al genio ésta también nace de “la brisa” que desde el futuro brota hacia el presente. Cita a Schopenhauer para ilustrar su visión, en una cita que ciertamente desmonta la teoría estética del “pesimista cascarrabias” tanto como da apoyo a Bloch: “El talento es como un arquero que da en un blanco que los demás no pueden alcanzar; el genio, empero, como un arquero que da en el blanco que los demás no pueden ni siquiera ver.” (E.Bloch, El principio esperanza, Trotta, Madrid, 2.004, p. 160). Es así que “la genialidad contempla, traspasa, el horizonte dado en cada caso” (Ibid.), se adelanta al futuro y, además, el genio, su artífice, se muestra como dotado de una máxima sensibilidad para comprender lo latente en el proceso histórico.
Ante esta visión, y suscribiéndola por unos momentos, cabe preguntarse, aunque suene trivial (a la mierda el academicismo, esto es un blog y yo no soy un académico): ¿Qué nos muestran, qué están mostrando las genialidades objetivadas acerca de lo por-vernir? (Mi opinión, próxima entrega).
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