martes, 20 de marzo de 2007

Justificación y tragedia

Sólo la tragedia justifica la no-esencia dialéctica de nuestro ser. En el fondo, sólo nuestra parte más infantil puede proporcionar la esperanza del final feliz. Por eso, la religión católica, como religión del sufrimiento, tiene ese halo infantil. La propia fe es infantil en cuanto que no acepta una justificación anterior a sí misma. La fe es una expresión infantil de la falta de razones para el optimismo y la realización de la posibilidad. La religión, en su ingenuidad, sin embargo, vence precisamente por eso. La irracionalidad de la religión se muestra como necesaria en cuanto que en el terreno de la irracionalidad, todo parece siempre perdido, imposible. La acusación que se levanta contra la utopía es la realización del carácter absoluto del presente. En su esencia como realización del cambio, se muestra como sospechosa. El sistema económico se ve como ganador en sí mismo, dentro de la historia de la humanidad. El rechazo de la utopía es su limpieza ideológica

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