miércoles, 28 de febrero de 2007

Notas preliminares para una critica al situacionismo II

II

La práctica política del situacionismo no es más que la puesta en práctica de la mala conciencia burguesa con respecto a las sociedades que viven su miseria y opresión por culpa de esas sociedades mismas.

El problema del sujeto revolucionario en la crítica situacionista. A diferencia de la posición marxista, para los situacionistas el obrero no es el sujeto revolucionario por excelencia. Antes bien, desde el triunfo de Hitler en Alemania gracias, en gran parte, al voto del proletariado alemán, se demuestra que la clase obrera necesita adquirir su conciencia, que ésta no le viene dada de antemano sólo por ser clase obrera.

Los objetivos de los situacionistas son los objetivos de la izquierda revolucionaria, sólo que con métodos diferentes, debido, según ellos, a condiciones sociales diferentes de las que existían muchos años antes cuando nació el marxismo y todas las teorías revolucionarias.

El papel del arte y lo artístico en éste sentido es fundamental: a través del arte es como se construyen situaciones, los momentos de apropiación del tiempo que el capitalismo roba en forma de trabajo asalariado. Esta no es más que la vieja reivindicación surrealista de convertir la vida en poesía, de poetizar nuestra existencia.

El problema de ésta visión está en qué se quiere conseguir con ésta propuesta y en para quien está dirigida. Si todavía se piensa en el movimiento obrero como el sujeto que hace la revolución, incluyendo en el obrero a las clases medias dispuestas a un cambio radical, o los estudiantes, entonces hay que evaluar hasta qué punto estos elementos sociales tienen la capacidad de revolucionar su vida a través del arte y de la revolución poética. Lo que quiero decir es que intentemos imaginar al obrero, al inmigrante, a la mujer oprimida, a los presos políticos intentando luchar en su situación social de opresión material a través de una revolución poética, a través de crear situaciones. Intentar aplicar éstas categorías a esas situaciones sociales parece un sin sentido, en el momento en que parece que su lucha viene dada por otros caminos, por otros métodos que parecen ser más eficaces en su lucha contra el sistema.

Al fin y al cabo, los situacionistas tenían todos un cierto status social, burgueses o hijos de burgueses, jóvenes estudiantes radicalizados en el marxismo menos ortodoxo y anti soviético, a la vez que influenciados por las corrientes de vanguardias artísticas como el dadaísmo o el surrealismo. En éste caldo de cultivo, se puede explicar qué propone el situacionismo y cómo es capaz de funcionar. Pensando y aceptando que mayo del 68 fuera una revolución del tipo en que los situacionistas podían aceptar o tener en mente, entonces hay que ver que clase de revolución fue, si es que lo fue. Mayo del 68 fueron unos meses, años si contamos la preparación y las secuelas de ese levantamiento, que puso en jaque a la ciudad de París durante varios meses. Quienes siguieron los acontecimientos, los sujetos revolucionarios de esa revolución fueron, mayoritariamente, estudiantes radicalizados en el marxismo y anarquismo, a la vez que influenciados por toda la contracultura que agitó al planeta durante los años 60 y 70 fundamentalmente. Se llevaron a cabo acciones que pusieron patas arriba a la concepción burguesa de la sociedad, se produjeron levantamientos populares, etc.

El problema de todo esto es que duró muy poco tiempo. Cuando pasó parecía haber sido un sueño. No tuvo consecuencias políticas para el gobierno francés, ni sus cambios duraron demasiado tiempo. Desde el tiempo, parece como si hubiera sido una fiesta que se hubiera acabado demasiado pronto.

Si lo comparamos con lo que ocurrió en la misma ciudad, París, durante el 1871, veremos qué diferencia existen entre estos dos levantamientos. Durante la Comuna de París, toda la ciudad se vio transformada por las prácticas revolucionarias, por la puesta en práctica de iniciativas destinadas a acabar realmente con el modo de vida burgués. Sólo el ejército acabó con ella.

No se trata en ningún momento de menospreciar a una con respecto a la otra, sino de saber qué posibilidades tienen una y otra hoy, hasta donde es posible seguir al situacionismo como práctica política, y que no se quedase sólo como una pose estética, como una estetización de la política.

Obviamente, la estetización de la política no es condenable, ni mucho menos. Es necesaria, imprescindible. El problema es cuando pensamos que sólo con la estetización de lo político estamos siendo suficientemente revolucionarios, como si con ellos acabara todo trabajo político. El situacionismo no ha de ser incompatible con visiones más prácticas de lo que significa el trabajo político en el día a día.

Con respecto a esto, el situacionismo carece de función práctica, de modos teóricos de acción cuando se den las condiciones para una sociedad sin clases y sin Estado.

1 comentario:

Maria Rapela dijo...

interesante...si queda evidenciado que lo de los 60-70 no fué un verdadera revolucion que cambiara las estructuras...se le asocia mas con revolucion sexual, ecologia, movimientos de la diversidad..tirando abajo oto tipo de esquemas que pesaban, pero no tanto como para hacer el cambio revolucionario total...
muy bueno..