Viene de aquí.
II
La filosofía, al contrario que otras ramas del saber, es siempre tarea de un sólo individuo. Con cada autor la filosofía nace y muere, no hay evolución posible de un filosofar más allá del que lo gesta. Con cada pensador la filosofía busca, una vez más, un fundamento, lo expone y finaliza. En este sentido no hay, según mi juicio, un filosofar abierto. Cada pensador mira atrás en busca de ideas que sirvan de cimiento, que puedan ser explotadas, sin significar esto que entre la idea original en un autor y cierto desarrollo de ésta en otro exista una línea de unión. Cada filosofía muere, en su desarrollo, con su autor.
Esta característica, la discontinuidad en la propia materia, su evolución a través de la constante refundamentación, su forma cíclica y el empleo de métodos dispares en este u otro pensador convierten a la filosofía en un enigma, en una caja de sorpresas de la que nunca se sabe su contenido concreto.
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